No hubo risas juveniles, suspiros, la búsqueda del poder político, económico, se quedó en planes
La calle quedo desierta, todos se habían ido, como en un poema de Salvador Novo, como en la nostalgia de Rulfo, como en las lágrimas calladas de Octavio Paz y Fuentes, como en los sueños rotos Armando Ramírez, quizá en lo obscuro del revolver de Martin Luis Guzmán, los gritos lejanos de Mariano Azuela, así se fue una generación.
No hubo risas juveniles, los suspiros, la búsqueda del poder político, económico, del reconocimiento social, se quedó en planes.
Un grupo de jóvenes que no tuvo la oportunidad porque el poder y el dinero también tenían nexos familiares y de grupos.